lunes, 6 de mayo de 2013

PARÍS EN EL CINE: Amour (2012)

Es una de las películas de la temporada cinematográfica, no voy a descubrir nada a estas alturas, y era mi favorita para los Oscar de este año. Fue el pasado año la ganadora en Cannes, la segunda Palma de Oro en tres años para un película de Michael Haneke, y varios meses después se llevó el Oscar a mejor película extranjera. Para terminar de avalar el asunto, un dúo protagonista de lujo, Emmanuelle Riva y Jean-Louis Trintignant. E Isabelle Huppert de secundaria de lujo. Lo tenía todo para romper. Y me gustó muchísimo. Se llama Amour, un título que no hace falta que traduzca.

Lo hace sobre todo por una historia dura y cruda, un puñetazo en la boca del estómago a través de una historia de amor entre dos músicos octogenarios cuya vida tranquila cambia cuando ella sufre un pequeño ataque cerebral. Y ahí empieza el principio del fin. Contar cualquier cosa a partir de ahí tiene riesgo de spoiler, así que no entró más allá. Simplemente decir que el final es maravilloso, poético, perfecto. Por favor, vedla.

La película tiene como escenario París. Transcurre casi exclusivamente en el interior de la casa de la familia, un piso anclado en otra década, de techos altos, bordes dorados en las puertas. Una casa burguesa en un edificio haussmaniano y con una pareja de porteros del sur de los Pirineos (él español, ella portuguesa). Fuera de ahí el escenario parisino más destacado es el interior del Thêatre des Champs-Elysées (15 Avenue Montaigne, en el VIIIème, entre los Champs-Elysées y el Pont d'Alma), que sale al principio de la película y que es donde la pareja protagonista escucha a un pianista de éxito que fue alumno de ella y que interpreta Alexandre Tharaud, también pianista en la vida real.

AMOUR, de Michael Haneke (Francia/Austria-2012). Con Emmanuelle Riva, Jean-Louis Trintignant, Isabelle Huppert, William Shimell, Alexandre Tharaud, Ramón Agirre, Rita Blanco

viernes, 3 de mayo de 2013

PASSAGE DE LA REINE DE HONGRIE

En la parte inicial de la rue Montorgueil hay una leyenda encima de una puerta que en su día me llamó la atención por la grandilocuencia y el tono histórico que parece tener, Passage de la Reine de Hongrie, que es un pasaje estrecho típico de París y del barrio de Les Halles, pero que hoy está cerrado y que no se puede visitar, salvo que esperes en la puerta y coincida que alguien entre o salga. Pero el interés del lugar no es tanto el pasaje en sí, sino el nombre que recibe y el motivo.

Ninguna reina de Hungría pasó nunca por un lugar así. Se debería a una vendedora de Les Halles, Julie Becheur, que visitó en representación de otras mujeres de la zona a la reina Marie-Antoinette a finales del siglo XVIII. No está claro cuál era el contenido de la petición que trasladó, pero se supone que Marie-Antoinette se quedó sorprendida por el gran parecido físico de Julie con su madre, la archiduquesa María Teresa de Austria, reina de Hungría, y se lo dijo.

A su regreso a Les Halles, Julie empezó a presumir de ese parecido físico y de lo que le habían dicho en su visita, con lo que empezaron a llamarle de manera sarcástica 'La reina de Hungría'. Cuando estalló la Revolución Francesa, esta circunstancia fue letal para ella, que según lo que ha llegado hasta hoy se declaró firme en sus convicciones monárquicas y su lealtad a los reyes, lo que provocó que fuera decapitada, guillotina mediante. El actual passage de la Reine de Hongrie sería el lugar en el que vivía Julie Becheur. En 1792, el lugar fue bautizado como Pasaje de la Igualdad y en 1806 tuvo ya ese nombre en referencia a su inesperada reina húngara.

Actualmente une dos calles, el número 17 de la rue Montorgueil y el 16 de la rue Montmartre. Por la parte de Montorgueil sólo se puede leer la mención sobre la puerta, ya que una enorme puerta verde impide el paso al portal del edificio y con ello al pasaje. Por el lado de Montmartre la puerta es menos llamativa, pero es mejor, ya que tiene cristal y por lo menos se puede mirar a través de él y hacerse una idea de cómo es actualmente una parte del interior. La foto es de ese día.

Estuve esperando varios minutos para ver si alguien salía, pero no hubo suerte. De todas formas, el pasaje en sí no es lo importante. Es más, para ver cómo son los patios y pasajes interiores de este barrio de París, en la rue Montmartre, justo al lado, hay varios ejemplos porque hay tiendas en el interior y el paso desde la calle es libre.

jueves, 2 de mayo de 2013

MONTORGUEIL

En este recorrido por París, a lo Edgar Neville, voy a empezar por mi calle. Es esa, la rue Montorgueil, que Claude Monet pintó en 1878, representando las celebraciones de la fiesta nacional y clausura de la Exposición Universal de ese año. Lo que podéis ver en la imagen y la realidad actual no tienen mucho que ver, pero la referencia es la que es.
Llegué a París hace casi siete años. Viví en residencias universitarias del sur de la ciudad, de la Cité Universitaire del XIVéme, y mi primer estudio aquí fue en el límite del VIIIème y el XVIIème, frente al Parc Monceau. Desde diciembre de 2009, vivo ahí, en la rue Montorgueil, en el barrio de Les Halles.

Es una calle muy animada, algo turística, pero principalmente frecuentada por sus bares, restaurantes y terrazas. ¿La ventaja? Pues eso, vivir en el centro, en uno de los corazones de esta ciudad –hay varios-. ¿La desventaja? Pues eso mismo. La rue Montorgueil (el nombre se remonta al siglo XIII, ya que conducía a una colina conocida como ‘Mont Orgueilleux’ –Monte Orgulloso-) está además dividida entre los arrondissement I y II de París, separados por la rue Étienne Marcel, y tiene una continuación natural en la rue des Petits-Carreaux, que mucha gente cree que es la propia Montorgueil, lo que genera a menudo problemas con la numeración. Es un clásico, lo tenemos comprobadísimo.

Es una calle peatonal casi siempre con mucha gente y que mezcla bares, restaurantes, supermercados, tiendas de vino o quesos olorosos, pescaderías y carnícerías de barrio, una sede del Partido Socialista o lugares que aparecen en guías turísticas, principalmente el restaurante L’Escargot Montorgueil, con su gran caracol dorado de la entrada, o la Pastelería Stohrer, donde se supone que nació un postre habitual en Francia, el baba au rhum, y que la reina Isabel II de aquí al lado visitó en uno de sus viajes.

La calle es el eje principal de toda una zona de París que se conoce como Quartier Montorgueil (Barrio Montorgueil) y que comprende varias calles de los alrededores, muchas de ellas estrellas y también peatonales. Un barrio muy comercial, pero siempre a precios parisinos. Por y para algo es el centro de París. Es precisamente en esas calles de los alrededores donde hay sitios que me gustan especialmente, y de los que imagino que iré hablando por aquí, siempre que esto tenga un mínimo de continuidad. Veremos. ¿Es un buen sitio para vivir? Sí y no. Más sí que no, pero también tiene sus cosas negativas. Para reconciliarse con ella, eso sí, lo mejor es verla de madrugada, cuando vuelves a casa tarde, o cuando sales muy pronto. Cuando no hay gente, que es cuando mejor está.

El ser una de las calles del centro hace que haya referencias suyas no sólo en el arte, con el cuadro de Monet del que os hablé antes, sino en la literatura. Por ejemplo, Victor Hugo la citó en Los Miserables: « À la fatigue, pour filer un câble, pour virer un cabestan, Jean Valjean valait quatre hommes. Il soulevait et soutenait parfois d’énormes poids sur son dos, et remplaçait dans l’occasion cet instrument qu’on appelle cric et qu’on appelait jadis orgueil, d’où a pris nom, soit dit en passant, la rue Montorgueil près des halles de Paris. »

Rue Montorgueil viniendo desde Les Halles

Para ver cómo es la calle hoy, lo mejor es el videoclip de Baby, Baby, Baby, de un grupo francés de música electrónica, Make the Girl Dance, que fue rodado en la calle y que comienza desde arriba, desde el metro Sentier, bajando por Petits-Carreaux y Montorgueil, con mujeres desnudas.

miércoles, 1 de mayo de 2013

RESETEANDO

Por vigesimonovena vez reinvento esto.

Me durará dos o tres posts, que me conozco y no tengo constancia para mantener un blog, ni para dedicarle el tiempo que necesita para ser medianamente interesante. Teniendo en cuenta además que iniciar un blog a estas alturas de la película es como comprarse un walkman. O peor: una tele de aquellas con el vídeo incorporado. Yo tuve una.

Lo que me ha animado a reorientar esto hacia París y hablar de otros lugares de Francia es que desde hace tiempo me cuesta cada vez más encontrar buenos blogs de viajes, realmente útiles. La cosa ha degenerado y parte de los que tenía de referencia antes han caído en las redes de empresas de relaciones públicas y bandas organizadas similares, lo que ha hecho que ya no me fíe. Entre los que sí me siguen inspirando y ayudando, Gus Planet. Que será un poco el modelo a seguir. Os recomiendo también que lo visitéis.

Vivo en París desde hace casi siete años e intentaré que esa experiencia me permita ir descubriendo y haciendo descubrir rincones de esta ciudad, intentando alejarme lo más posible de las imágenes típicas, que todo el mundo ya conoce. Intentaré hablar de monumentos, sitios para visitar, restaurantes, tiendas, bares, de cómo es la vida real aquí, pero también de historia y de cine, que son dos de las cosas que más me gustan. De las huellas de la historia y el cine en París, en concreto.

Si a alguien le sirve de algo lo que pueda decir, ya me doy por satisfecho.

La frase, obviamente, es un guiño a

We'll always have Paris. We didn't have, we, we lost it until you came to Casablanca. We got it back last night

Que ya sabéis de qué película es. Y si no lo sabéis, salid de aquí y no volváis nunca más. He dicho.